A nuestro modo de ver una anarquía armónica, al caos se le une la calma a partes iguales sin dejar tiempo al descanso, has de mirar con los ojos vivos.

A tu costado, lucen motos de fabricación propia, en garajes de pequeño formato, horas de tiempo libre acumuladas tras meses de duro trabajo, para llegar impoluto al escaparate del Motorbeach Festival.

Mirada al frente es tu turno, encontramos el escenario central esperando ser trotado por bestias de la música de los años 50 y 60.

Tras nuestra espalda de cuero curtido, nos encontramos con la locura de los GYPSY con su tubular caja de madera y hierro, a todo gas, borrando de un plumazo el miedo al vértigo, sin dar tregua miradas a los skaters a vuelo alto, los hot rots, coches clásicos y los constructores de grandes marcas internacionales edición oro.

Vistazo al agua dulce de un nuevo mar que nos recibe con los brazos abiertos, Surf, travesías a nado , degustando cervezas frías sin bajarte de tu moto en un paraje donde los árboles del bosque te darán cobijo perpetuo.

Un guiño a los fotógrafos siempre presentes en el festival, captando el alma errante de quien por allí pisa, sin dejar escapar ni un ápice de la estética custom, legando instantáneas para el recuerdo e historias de nueva narrativa para ser contadas.

En definitiva una nueva oportunidad para vivir a nuestro estilo, respirando el beach-life-style por las fosas nasales, atravesando los pulmones hasta el corazón, proporcionando una huella imborrable a los habitantes de la Motorbeach City.