Treinta años no son nada y el tiempo pasa volando y cuando miras atrás, te das cuenta de que llevas mucho más de la mitad de tu vida entregado al r’n’r. Así se podría resumir la historia de Sex Museum, una banda de r’n’r independiente que empezó en 1985, con la mitad de sus miembros aún menores de edad, entregados a un sonido garagero crudo y una actitud salvaje en un momento en el que la Nueva Ola Madrileña reinaba en su ciudad. Y así desde entonces hasta hoy, siempre a contrapelo, siempre disfrutando del camino menos transitado.
Son treinta años, 13 discos, docenas de giras por Europa, miles de conciertos, 10 videos, dos discos en directo, otro compartido y 11 singles, además de haber participado en otro buen montón de recopilatorios y de haber puesto su música a bandas sonoras, sintonías o cabeceras de series. Y todo aderezado con la creación de un estilo artístico personal que se muestra en sus portadas, camisetas y carteles. Su peculiar singladura es un reflejo de la cambiante escena independiente española desde los años 80 hasta nuestros días, y si alguien conoce bien las luces y las sombras de la realidad musical subterránea de este país, son ellos. Ellos conectaron con una naciente realidad global alternativa y fueron capaces de importarla a una España que vivía con 20 años de retraso en la década de los 80.
Si algo ha caracterizado a Sex Museum son sus ganas de tocar en directo, de salir a la carretera y vivir su aventura musical y vital como una “road movie”. Adelantándose por décadas a la realidad musical actual descubrieron que su funcionamiento dependía más de los conciertos que de los discos vendidos y en ello se volcaron. Desde hace décadas no han hecho otra cosa que tocar, en cualquier lugar, desde un garito pequeño hasta un estadio, eléctricos o acústicos, con su banda o en cualquiera de sus aventuras paralelas.
Pioneros de la escena de garaje e independiente fueron endureciendo y radicalizando su música según giraban por Europa a principio de los 90s. Ese aprendizaje dio lugar a su personal estilo que planta sus pies entre el garaje y el hard-rock más psicodélico. Con el tiempo sus amplios gustos acabaron reflejándose en un amplio espectro musical y un espíritu inconformista que les hace saltar siempre hacia delante y a experimentar con algo nuevo en cada disco.
Y son treinta años vividos con orgullo y con pasión, porque solo así se puede disfrutar una aventura tan larga, en la que no hay ganadores ni perdedores, solo supervivientes. Y al final lo vivido y lo disfrutado le dan sentido a todo.